Resort boutique en Palm Beach
Reconocido recientemente como el resort número uno de la Florida por la revista Travel + Leisure y el segundo de los Estados Unidos continentales, White Elephant es un hotel a medida de viajeros que disfrutan del arte, la alta gastronomía y el lujo personalizado.
Palm Beach es el destino infalible para aquellos que buscan la combinación de amplias extensiones de arena blanca, navegación, alta gastronomía, compras de lujo y una vida sin preocupaciones a puro goce. White Elephant conoce al detalle las preferencias de este tipo de viajeros y sabe cómo sintetizar la mejor experiencia mediante impecable atención, servicio y hospitalidad boutique en su mejor expresión.
El hotel, inaugurado hace tan solo dos años luego de una ardua remodelación, pertenece a un grupo hospitalario oriundo de Massachusetts que se caracteriza por combinar estilo costero, culinaria y lujos modernos. Con varios resorts hermanos en la exclusiva isla de Nantucket, The White Elephant Palm Beach está emplazado en el antiguo Bradley Park, un complejo que fue construido originalmente en 1924 y que estuvo posicionado como uno de los grandes destinos turísticos de la calle principal de la ciudad, en aquella época. Considerada una propiedad histórica de la región, la renovación lo ha aggiornado a la opulencia simple y contemporánea, manteniendo su altura de cuatro pisos con fachada de clásicos toldos a rayas blancas y negras, tejas de terracota y ribetes, al mejor estilo Addison Mizner, arquitecto americano que supo dejar un sello indeleble mediterráneo y colonial español en el Sur de la Florida, y especialmente en la isla.
Una estatua de elefante blanco de dos metros en la puerta principal, obra del artista de Santa Fe Fredrick Prescott, es la antesala a la gran colección expuesta a lo largo de todo el hotel: obras de Robert Rauschenberg, cuyas primeras creaciones de los años 50 anticiparon al movimiento del arte pop; de Jennifer Bartlett, de Kenzo Okada, con estilo expresionista abstracto; y de Donald Baechler, que forma parte del movimiento artístico del East Village, en el Nueva York de los ochenta, son solo algunos de los nombres de una imponente compilación digna de museo, que adorna las paredes de sus amenidades , habitaciones y corredores.
El diseño y arte colorido destacan por su esencia simple y chic, principalmente en el lobby, uno de mis espacios predilectos durante la estadía. Allí se puede apreciar una obra acrílica redonda de Orit Fuchs comisionada especialmente para el hotel, adorables candelabros de conchas de mar y piezas de mobiliario rústico y original. Es el lugar en el que –a diario- se encuentra una estación de café y pastelería durante las mañanas, y de quesos y vinos de cortesía entre las 4 y las 5 de la tarde.
Las habitaciones mantienen la misma línea de simpleza, originalidad y elegancia: todas con adorables aldabas de elefantes de bronce en sus puertas y mobiliario de diseño personalizado de reminiscencia escandinava y costera. Fina ropa de cama italiana y exclusivos productos de belleza L’Occitane completan el confort de sus 32 suites que incluyen dos amplios penthouses con amplias salas de estar, cocinas totalmente equipadas, y grandes terrazas: una de ellas con vistas al Parque Bradley y, la otra, al mar.
Gastronomía de privilegio
Lola 41 -el restaurante dentro del hotel- es el elegido de locales y turistas cada noche por su animado ambiente, música e imbatible culinaria. Con una propuesta inspirada en los países y regiones del paralelo 41 y enfocada en mariscos locales y en platos de influencia mediterránea y asiática, el restaurante invita a disfrutar de una variedad de ofertas: salmón a la parrilla y linguini con langosta, sushi y sashimi, hamburguesa elaborada con queso cheddar y salsa de foie gras y bulgogi de ternera coreana sobre fideos de huevo, entre otros. Mi elegido es el pulpo español con puré de coliflor, garbanzos crujientes, sal de cítricos ahumados y ajetes. ¡Una delicia!
En tanto, el corazón social del hotel se vive en un patio exterior en forma de U, atractivo por la flora local de colores exuberantes que desprende una fragancia tropical inolvidable junto a una pequeña piscina.
La privilegiada ubicación del hotel es el punto de partida perfecto para montarse en una de las bicicletas de uso gratuito y pasear por los alrededores: restaurantes, centros comerciales y el océano se encuentran a sólo dos cuadras. Además, el hotel ofrece traslado a la playa o lugares cercanos sin cargo por medio de su convenio con BMW. White Elephant es un destino de atractivos inagotables elegido por los viajeros más exigentes. Un sello de garantía de una estancia perfecta.
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